viernes, 24 de julio de 2009

EL RELATO DE LETICIA.

Lo primero Gracias por darme la oportunidad de dar mi punto de vista de esta manera. Os prometo que si puedo iré mañana a la reunión. Gracias por lo que estáis haciendo porque para mí esto significa que vuestro objetivo es ayudar a aquel que realmente lo necesita y somos aquellos que no tenemos un trabajo en el que estar.
La situación es difícil y grave, podríamos decir que cada día más, aunque tengo fe en que un día esto solo será parte del recuerdo. Hace poco leí en el periódico que un matrimonio después de 6 meses sin trabajo y con tres niñas ausentes al problema corría el peligro de ser desahuciados. Aquello me hizo daño, y mi primera reacción fue orar y pedir protección para todos y cada uno de los que estamos en esta horrible situación. Pensé en reconocer a mi presidente como aquel que un día tendría que buscar las respuestas, aunque no sé si podríais decirme vosotros ¿hasta qué punto es consciente el Señor Zapatero de todo lo que está ocurriendo? Porque como aquel matrimonio hay miles de personas más. No podemos olvidar que las medidas han comenzado y que Roma no se hizo en un día pero opino que hay que aligerar la situación todo lo posible y que a la fe hay que darle unos pies y unas manos para actuar.
Y sé que ahí es donde llegáis vosotros para poner vuestro granito de arena. Por todo ello Gracias. Y no lo digo por nuestra amistad, Raquel. No lo digo por quedar bien, lo digo porque lo siento realmente.

Este es mi relato, Aquí está toda la verdad y estos son mis sentimientos:

Me llamo Leticia, tengo 29 años, vivo en Zaragoza capital y por obligación estoy en el paro.

Intentaré explicaros mejor lo que significa estar en el paro por obligación, aunque primero os diré como empezó hace hoy unos 11 años mi vida laborar y que frenó repentinamente hace 2 largos años. Desde entonces todo ha sido esporádico e intentos errados.

Casi todos mis amigos provienen como yo de tirar de un carro de hierro con papeles dentro.

Siempre recordaré aquella época como algo bueno y malo al mismo tiempo. Lo mejor era sentirme apreciada por mis compañeros/as, incluso varias veces por los propios jefes. Todos ellos grandes compañeros porque hasta el mismo jefe trabaja en estas empresas. Hoy son verdaderos amigos, esos a los que llaman incondicionales. Perdí el contacto con muchos de ellos pero estoy segura que siguen recordándome, tal vez tanto como yo a ellos.

Otros muchos siguen a mi lado en el camino de la vida apoyándome y algunos leéis estas líneas hoy. Aunque no todo podía ser bueno bajo mi punto de vista y como ya he dicho antes. Tal vez lo peor era sentirse en un trabajo inferior a otros. No en el sueldo. El verdadero problema estribaba en aquellos transeúntes incapaces de ver este trabajo como uno más. He encontrado durante dos años de reparto vecinos agresivos con mis compañeros y conmigo, por defender el derecho a ejercer nuestro trabajo como cualquier ciudadano. No duele el empujón contra los buzones sino la manera en la que te sientes tras el desprecio recibido. Siempre he pensado que el daño psicológico es más cruel que el dolor físico, porque el segundo desaparece pero el primero puede hacer mella en la persona.

Desde ese día tomé una decisión para que esto no pudiera hacer mella en mí. Defenderme siempre y sin faltar el respeto a nadie pero sin permitir que nadie me faltara el respeto a mí, haciendo oídos sordos a las palabras necias. Tanto en el aspecto laboral como en la vida cotidiana.

Desde ese día cada vez que encontraba un vecino que sentía molestia por aquel papel, solo le preguntaba cual era su buzón. Una vez que me respondía le decía: "Permítame usted que yo le ahorre el trabajo de tirar su papel a la basura... Lo hago en su presencia y por favor, comprenda que yo solo gano un sueldo por este trabajo, que aunque no lo parezca es un trabajo tan decente como cualquier otro".

O tal vez encontrarme con "colegas" que reparten cartas y te ponen mala cara si entras en el mismo portal que ellos. Sentían molestia por tenerme cerca mientras hacían su trabajo porque estaban convencidos/as de que su trabajo era mucho superior al mío. Un día me dijo alguien "molestan tus revistas mientras hago mi trabajo".

Yo solo respondí "en eso no estoy de acuerdo. Ambos/as tenemos derecho a estar aquí, nuestros trabajos no son tan distintos, solo que tu traes facturas o cartas y yo las ofertas del día en alimentación y menaje".

No comprendo porque unos trabajos pueden ser respetados y otros no. Cada uno se gana la vida como puede. Yo puedo aceptar que repartir propaganda sea duro y agotador. Trabajando aunque el frio te acompañe sobre tu cabeza o el calor te ahogue, supongo que un dolor de espalda y algunas afecciones más sean suficientes razones para que hoy pueda solicitar un poco de comprensión y solidaridad con aquellos que trabajan repartiendo propaganda, y que sin que sirva de precedente, parece ser un lugar poco afectado por la crisis de momento. Pero es posible, y corregirme si me equivoco que el respeto, la comprensión y ponerte en el lugar del prójimo son valores que parecen estar perdiéndose cada día. También en la política.

Pero yo voto a favor de un país en el cual todos tengamos algo nuestro, exista la igualdad y no estos extremos donde unos tienen cantidades desmesuradas y otros apenas conseguimos comer. No es equitativo pero podría serlo si durante esta época de crisis ellos bajaran sus sueldos en lugar de congelarlos. ¿Esa medida de congelación que soluciona?, pregunto, sino continuar en el primer punto de partida.

Luego, tras acabar de repartir propaganda comencé a trabajar con mi marido en el negocio familiar y hoy puedo decir que me sirvió para aprender todo lo que hoy conozco de la hostelería.

En mi caso actual, comenzaré por dar Gracias a Dios por mis hijos. Mi segundo hijo es un niño muy especial, porque tal vez a su enfermedad pueda llamarle Don. Ángel es mucho más, esto es solo una pequeña descripción de todo lo que él es. Yo me siento bendecida por él y tal vez cuando leáis esto lo comprendáis porque para mí es un placer tener un hijo como él: Por su inolvidable carita angelical nadie diría que posee un 67% de minusvalía diagnosticado como parálisis cerebral leve hace hoy dos años y medio. Apenas con 6 meses de vida pero ¿es esto una enfermedad? Para mi familia y para quienes lo conocen de verdad es un don y para quienes no lo conocen es un niño encantador, con una sonrisa imposible de olvidar. El cariño y la sencillez son sus banderas, su especialidad es alegrarte el peor día haciéndote sonreír. No importa cuántas veces te hallas enfadado, eso dice todo el que le conoce, al verle sonreír todo se desvanece. No es cuestión de belleza externa, la cual no le falta pero rebosa más belleza interna. Él es sinónimo de Valentía y Fuerza a pesar de la debilidad de sus músculos y sus órganos, él mismo decidió sobrevivir desde que nació con la bendición y la compañía de Dios.

Para él un día es luchar cada día para lograr descubrir algo nuevo en el mundo. Para él la vida es pelear con ingenio hasta conseguir su propósito. Lograr comer solo, ponerse una camiseta o colocar la pegatina en su sitio para él son logros y cada vez una nueva victoria y para mí es lo mismo que para él. No creo que halla saltado tanto de alegría como él día que mi hijo subió con treinta meses solo a un sillón... Es aplaudir solo porque ha memorizado algo nuevo y ha conseguido aprender algo aunque le halla costado dos horas hacerlo bien. No se precipita, para y luego vuelve a empezar.

Para mí, mi hijo es mi ejemplo. Es conocer la bondad en persona. No me ha enseñado las ecuaciones o el dialecto, me ha enseñado lo que realmente merece ser aprendido: No rendirse ante la adversidad por muy duro que parezca ser de lejos, con fe será fácil. Es ver que si quieres lo puedes tener y ser feliz. Es reconocer cada día como un regalo de Dios para seguir caminando. Es sentirse bien aunque todo parezca ser malo. Al final de todo, es ver que después de la cruz, siempre llega la resurrección. Y tal vez, lo más importante que Ángel me ha enseñado es a saber que el miedo no conduce nunca a nada y que lo que hay que hacer es pelear por lo que uno quiere.

Pero hay algo que ya sabía antes de que Ángel llegara y es que las limitaciones de mis hijos han de ser los míos porque una madre siempre ayudará a su hijo en la adversidad, nunca dejará a su hijo dolorido en otros brazos y lo dará todo por amor sin importarle en cansancio. ¿Dejaré a mi hijo solo ante la enfermedad? Nunca y por esta razón pido una ayuda económica del Gobierno.

Solicité ya en Febrero de 2008 la "ley de dependencia" en el mes de mayo pidieron todos nuestros datos y sin ese dinero no podré permitirme el pagarle a mi hijo su tratamiento para crecer y avanzar cada día que es lo único que quiero.

No deseo que nadie cuide a mis hijos sino yo misma. Mis hijos son mi motivo para sonreír y levantarme cada día. Ellos son bellos regalos de Dios y son mi responsabilidad. Pero esto implica mantenerse de momento en el paro de manera obligada. Yo he de cuidarlos y por esa razón no puedo trabajar. Ángel requiere más atención que su hermana, es necesitar una dependencia para no resultar herido. ¿Merece Ángel esta ayuda del Gobierno? ¿Merecemos los parados soluciones? ¿Merece un país entero mejores condiciones? Esto no es la selva, no se trata de pisarnos unos a otros, sino de que el Gobierno escuche al pueblo y obre en consecuencia. La Crisis no es culpa de un obrero sino aparte de muchas otras cosas, de aquellos que solo pensaron en sus propios intereses. Tal vez sea tiempo de buscar respuestas y poner medidas en lugar de seguir haciendo promesas. Si en lugar de pensar en ser elegidos en Elecciones un presidente pensara en lo mejor para los ciudadanos/as hoy no hablaríamos de crisis.

Eso es lo que pienso, Un saludo:

Leticia.

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