Lola Fernández - Madrid - 25/05/2009
Qué ha pasado para que el español, tradicionalmente ahorrador, se haya endeudado hasta las cejas en una década y media?
¿Qué influyó para propiciar el cambio de hábitos, de la austeridad de nuestros abuelos al control de los padres y el derroche actual? ¿Cuál es nuestra situación y cómo se vislumbra el futuro tras sumergirnos en una de las mayores crisis económicas de la historia?
Para Javier Callejo, sociólogo del Colegio Nacional de Politólogos y Sociólogos, la respuesta tiene que ver con la transformación de una sociedad de supervivencia, después de la guerra y postguerra, a un sistema de consumo, propiciado por la mejora de las expectativas. "Cuando no existía el Estado de Bienestar, ni había cobertura por enfermedad, desempleo o jubilación, los trabajadores no tenían más remedio que ahorrar. No había gasto", señala.
Se ahorraba, también, para mejorar la posición social. "Los padres ofrecieron una vida mejor a sus hijos a través del acceso al estudio y la universidad. No fue una tendencia sólo de España, sino de todo el mundo, guiados por el capitalismo popular", explica este experto. Pero con la entrada en la Unión Europea se abre una nueva tendencia. "Ya no queríamos ser como el vecino, sino como los modelos del sueño americano a la española, como Mario Conde o Javier de la Rosa", dice Callejo.
A partir de la década de los 90, el español medio ya no sólo pretendía mejorar su posición social con el cambio de clase, sino que deseaba "ser rico made in Spain" o lo que es lo mismo tener vivienda, coche, ordenador, segunda residencia y todo tipo de caprichos. Juan Carlos Martínez, profesor de Economía del IE Business School, asegura que "los niveles de renta superiores crecieron a medida que se sofisticaron las fórmulas de endeudamiento financiero, con las tarjetas de crédito y productos más complejos". Esto, junto con unos tipos de interés bajos, y el aumento del empleo y la calidad de vida propiciaron una existencia por encima de nuestras posibilidades.
En 15 años, el endeudamiento de las familias y empresas españolas se duplicó. Mientras que en la crisis de 1993 era del 80% del Producto Interior Bruto (PIB) hoy llega al 200%. El empleo, que en ese periodo lo disfrutan 12,4 millones de españoles, experimenta un importante repunte hasta 2008, con 20,5 millones de personas trabajando. "Ocurre lo contrario que en China. Mientras que en el país asiático, todavía no están cubiertas las necesidades básicas, el ahorro es de los más altos del mundo, del 40% del PIB. En cambio, en España sólo supone el 20% del PIB", añade este economista.
La socióloga y profesora de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Matilde Fernández-Cid, cree que a este proceso contribuyó el sistema económico mundial, que necesita no sólo producir sino potenciar el consumo para mantenerse. "Desde los años 60, se viene advirtiendo en los discursos políticos, más allá del tinte ideológico que tengan, que resulta necesario consumir. Se asemeja la conciencia ciudadana casi a la del consumidor. Eres libre en la medida que tienes libertad para consumir", dice Fernández-Cid.
Sin embargo, la crisis ha despertado las conciencias y los tentáculos de Internet han servido para crear redes sociales en las que se extiende la idea de que la codicia ha roto el saco. "Las quejas sobre los sueldos de altos ejecutivos que no fueron capaces de visionar lo que se venía encima, empiezan a cundir" comenta Matilde Fernández-Cid. También Callejo opina lo mismo: "se alza un movimiento más que de austeridad, de solidaridad, de vuelta a otros valores".
La crisis financiera nos ha vuelto más precavidos. "Ahora vivimos en una sociedad del riesgo, en la que no sabemos lo que va a pasar mañana, y como efecto, la clase media se tambalea", argumenta esta socióloga. Por eso, empiezan a reflejarse ciertas señales de que los españoles vuelven a ahorrar. De una caída del ahorro neto del 30% al cierre de 2008 con respecto al año anterior, se observa cierta recuperación. "Es de esperar que en 2009 y ante las incertidumbres económicas, el ahorro de las familias aumente y el consumo disminuya", prevé Ángel Martínez-Aldama, de Inverco. Esto puede servir para evitar colapsos futuros.
La culpa fue de la caída de los tipos de interés
El descenso del precio del dinero fue para muchos españoles la baza para incrementar su consumo e inversión. "Ya unos años antes de la integración de España en la Unión Monetaria Europea, los tipos de interés tuvieron un descenso progresivo, manteniéndose desde entonces en una banda entre el 2% y 4%", explica Ángel Martínez-Aldama, director general de la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensiones (Inverco).
Además, España vivió con inflación superior a los tipos, lo que dio origen a rentabilidades reales negativas. "Desde un punto de vista racional, pareció más interesante endeudarse que ahorrar", añadió Aldama, "lo que provocó el alargamiento del plazo de las hipotecas -hasta 40 y 50 años-, propiciando a su vez el boom del sector inmobiliario".
El profesor de sociología de la UNED, Javier Callejo, achaca como una de las causas fundamentales del sobre endeudamiento de las familias españolas el alto precio de la vivienda y la compra de una segunda residencia.
"España es el país de Europa donde más gente compra una segunda casa para pasar los veranos en la playa o en el pueblo, y no tanto para establecerr una inversión", asegura Javier Callejo.
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